viernes, 27 de agosto de 2010

AMO A VIETNAM


Hace unos dias, por casualidad, me topé en uno de esos canales que solo dan películas, con una cinta deliciosa..."Cinco dias en Saigón", se titulaba. Bueno, otro film sobre el Vietnam, con los americanos por medio o con los franceses...!Vamos a verla!. Es un tema que siempre me interesa, como las de la Segunda Guerra Mundial, con los nazis al fondo. Pero no, me equivocaba, no trataba de la guerra, sino de una historia de ahora, cercana, como las cientos de miles que ocurren a diario, dentro de ese pais tan castigado por la historia. Un pais donde la queja contra el infortunio, está de más y solo importa el futuro. Un film que rezuma vitalidad y esperanza, la limpieza de miras con que afrontan la vida sus protagonistas, y como lo hacen, desde una sencillez tan auténtica, que me llegara a emocionar.
Una azafata de una linea aérea de Vietnam, queda durante unos dias en situación de tránsito, en un hotel de Saigón. Anda liada con un comandante de vuelo cuyo único interés por ella, no va más alla de las habitaciónes de los hoteles. Una relación que a ella termina por asquearla. Allí conoce a una niña de la calle de unos diez años, huérfana, que se las ingenia de mil maneras para sobrevivir. A través de la niña, la azafata conocerá otras realidades que le abriran caminos a la esperanza. Una película dura y tierna a la vez, que refleja sin tapujos, las diferencias brutales que existen dentro de la sociedad vietnamita, sobre todo en relación a los niños huérfanos. Películas como ésta, te reconcilian con la vida, no se la pierdan.

1 comentario:

José Luis de Valero dijo...

Eminencia Reverendísima:

Tras mi periplo vacacional dedicado a la penitencia, al ayuno y a la contemplación, acudo presto a leer vuestras doctas cartas-encíclicas con en el fin de ponerme al corriente de vuestros magnos relatos.

Gran gozo he experimentado leyendo lo del Eunuco Advenedizo, así como también con La Biblia Dice.
Respecto a los Polvos Ferroviarios, podéis creerme si os digo que su lectura me ha empalmado la verga, por lo que solicito vuestra inmediata absolución.

Me postro a vuestros pies mientras desgarro mi capelo cardenalicio en señal de regocijo ante vuestros sublimes relatos.